El sarampión se propaga por contacto con gotitas provenientes de la nariz, la boca o la garganta de una persona infectada. El estornudo y la tos pueden lanzar gotitas contaminadas al aire.
Si una persona tiene sarampión, el 90% de las personas que entran en contacto con esa persona contraerá sarampión, a menos que estén protegidos.
Las personas que tuvieron sarampión o que han sido vacunadas contra el sarampión están protegidas de la enfermedad. La vacunación funciona tan bien que, en 2000, el sarampión había sido eliminado en los Estados Unidos. Sin embargo, las personas no vacunadas que viajan a otros países donde el sarampión es común han traído la enfermedad de regreso a Estados Unidos. Esto ha llevado a los recientes brotes de sarampión en grupos de personas que no están vacunadas.
Algunos padres no permiten que sus hijos sean vacunados. Esto es debido a temores infundados de que la vacuna triple vírica, que protege contra el sarampión, las paperas y la rubéola, puede causar autismo. Los padres y los cuidadores deben saber que:
Los grandes estudios realizados en miles de niños no han encontrado conexión entre esta o cualquier vacuna y el autismo.
Estudios realizados por las principales organizaciones de salud en los Estados Unidos, Gran Bretaña, y en otros lugares NO ENCONTRARON NINGUNA RELACIÓN entre la vacuna triple vírica y el autismo.
El estudio que reportó originalmente un riesgo de autismo causado por esta vacuna ha demostrado ser fraudulento.
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